Carmen Martínez Espigares
Si teñirse el pelo no es algo natural, sí es
considerado como una acción cotidiana en algunas personas, quienes para
disimular el paso de los años o simplemente para cambiar el look, cambian de
color una o más veces, acto que si no se maneja con precaución puede traer
consecuencias. Cabellos rubios, pelirrojos, negros, castaños y uno que otro
color extravagante pueden verse a diario en mujeres (y también hombres) quienes
casi siempre por cuestiones de estética desean cambiar el color de su pelo por
otro que las haga ver distintas/o, atractivas/os o simplemente, un poco más
jóvenes. Cada vez más mujeres y también hombres deciden cambiar el color de su
pelo. Esta tendencia, junto con el descenso de la edad de las personas que se
tiñen, está aumentando los casos de alergias a los tintes en todo el mundo.
Picor y enrojecimiento del cuero cabelludo son las consecuencias más comunes. Uno
de los principales componentes de los tintes para el pelo es la parafenilenediamina (PPD). Ésta y otras sustancias
de la familia de las aminas aromáticas llevan más de un siglo presentes en los
tintes de pelo y, actualmente, dos de cada tres cuentan con ellos en su
composición. La alergia de contacto se manifiesta en los pacientes como un picor y enrojecimiento del cuero cabelludo,
incluso descamación en casos graves. Las lesiones se pueden
generalizar más allá, producir urticarias generalizadas e incluso ronchas e
hinchazón. Además de la cantidad de veces que una persona se tiña el pelo a lo
largo de su vida, también es
fundamental el porcentaje de PPD que presente el tinte. Otra
manera de colorarse es mediante productos naturales, como la henna, que
tendrían menos efectos sobre el cabello.
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