miércoles, 30 de noviembre de 2011

Así se acaba y así se empieza.

Morí.
Todas mis desgracias comenzaron hace 2 años.
Tan solo tenía 15 cuando lo conocí. Estaba en un parque donde solía ir todas las tardes con mis dos amigas, Nerea y Shaila, cuando apareció. Subido en su moto, con sus amigos, haciendo caballitos a punto de dejarse la vida haciendo el canelo. Nunca lo había visto antes.
-Rubia- me dijo con cara de circunstancia. -¿Tienes fuego?.
-Pues… para ti no,”moreno”- le dije con chulería.
-Venga, no seas tonta, y te invito a un canuto.
-No seas pesado, hostia- respondí.
-Pero bueno, si tenemos aquí a la “pijita” de turno, seguro que no eres lo suficientemente vacilona como para pegarle una calada a mi cigarro- me dijo con intención de picarme.
Me acerqué a él y le quité el cigarro, le di una calada  y noté como algo me quemaba por dentro. Comencé a toser. Él y sus amigos empezaron a reírse de mí, me puse muy nerviosa y me fui de ese parque. Decidí volverme a casa puesto que estaba bastante avergonzada… Llegué, y lo primero que hice fue mirarme al espejo para ver si por lo menos me había visto guapa. Pensé que si fumaba por mi cuenta, aprendería. Y en un futuro podría reírme yo de los que no saben. Sí, pensé. Fui hacia el bolso de mamá, saqué el paquete. Conté los que había… 12, perfecto. No se daría cuenta. Cogí el mechero de la cocina, y me fui a mi cuarto, cerré la puerta con pestillo, abrí la ventana y lo encendí. Inspiré el humo y sentí un fuerte picor en mi garganta, lo quise echar rápido y me dio por toser. Al poco tiempo, sentí un ligero mareo… Pero si quería aprender, tenía que seguir y con los días no me molestaría tanto como la primera vez. Le quité uno más y me lo guarde en el bolsillo, llamé a Nerea y Lola, les dije que me recogieran que me apetecía volver al parque. Ellas seguían dando vueltas por allí, así que no dijeron que no. A la media hora volví, y “disimuladamente” busqué el grupillo de motos. Nos sentamos en un banco cercano para que nos vieran. Al minuto, como era obvio, se acercó él todo vacilón y antes de que dijera media palabra, saqué mi cigarro.
-¿ Tienes fuego?. – le pregunté
- Ah… para ti no, ¿no? – me vaciló
- Venga… que te doy un par de caladas.
- Mira rubia… te doy pero si después te das una vuelta conmigo en la moto

   Hostia puta, pensé.

-         Hecho.

   Me dio el mechero, y lo encendí. Le di una calada cada un buen rato, para que no se notase mucho, y no aspiraba demasiado para no toser.

-         Rubia ¿cómo es eso? Te has ido 15 minutos y ya sabes.
-         La experiencia, moreno… la experiencia.
-         Te recuerdo que teníamos un trato… - me sonrió

   Tiré la colilla. Me subí en la moto y le hice un gesto de “vámonos”. Se rió y se subió conmigo, la arrancó, me puso la mano en el muslo y me dijo:

-         Agárrate fuerte eh, no quiero que le pase nada a mi futura mujer- y me guiñó.

   Hostia puta, volví a pensar.

-         Anda tira

   Lola y Nerea vieron como nos íbamos alejando por los laberintos del parque.

   Me llevó a un mirador, yo seguía sentada en la moto y el se apoyó en una pared.
-Rubia, ¿y tú qué edad tienes?
-17- Dije mintiéndole- ¿y tú? 
-18 voy a cumplir la semana que viene.

   Estuvimos un rato en silencio, y comenzó a hacerse un porro. Me miró y lo acercó a mi ofreciéndome.
Hecho por: Maite y Carmen.

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